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domingo, 11 de julio de 2010

"ALEJANDRA Y JOAQUÍN". MIS NIETOS Y LA MÚSICA.

Ya se ha hecho costumbre en el Perú, la celebración del "Día del Padre". No se podrá igualar de ninguna forma al de la madre, porque hay otros rasgos humanos que nos diferencian notablemente y establecen la diferencia. Sin embargo, cuando los sentimientos surgen de las raíces profundas en lo que hoy conocemos como cuadro genético, hay que palpar en carne propia lo divino de la naturaleza que, milagrósamente, tal un manantial que brota espontáneamente, señala las características de la repetición.

Recuerdo que mi madre, en esos momentos de gratos recuerdos de nuestra niñez, nos decía de cómo la música nos afectó desde el nacimiento. Por ejemplo, en aquellos momentos del lloro sin aparente motivo, bastaba hacernos oir la reproducción de un disco en la victrola y la calma nos invadía. De siete hermanos, yo era el que funcionaba al compás de un sonido. Una canción, "Figurín de Cartón", lograba el milagro de que el bebé que todavía no cumplía el año, acariciaba precozmente el pentagrama.

La suerte y mi hijo Juán Carlos, me han regalado mis primeros nietos, es decir mellizos. Mujercita y varón cumplirán el 10 de Noviembre sus dos primeros años de vida. Tratando de poner en evidencia lo que nos sucedió cuando bebés, arrullamos a Alejandra y Joaquín, entonándoles la "Canción del Vino", una especie de tarantela que ejecuta la Orquesta de Andre Rieu. Como me paso un día completo con mis nietos, en dos ocasiones practico la experiencia y logro que con esta melodía, se duerman.

Mi nuera Mechita me ha bautizado como "el abuelito arrullador". Siento el amor de esos niños y sentimientos especiales me invaden. Hoy, Día del Padre, llegaron a nuestro hogar y de acuerdo con mi querida esposa, reprodujimos el disco con la actuación del afamado músico. Era la primera vez que oían esta versión, sólo conocida por mi arrullo. Quedaron impresionados y estáticos frente a la pantalla y sustraídos a la melodía y canto del tema referido. Tuve que cargarlos, porque pedían los brazos.

¡Qué manera de gustar de la música!. Querían la repetición y en completa sugestión, observaban cómo los protagonistas del espectáculo, los fascinaban. Dieron cuenta de su merienda sin ocasionar problemas y festejaban los aplausos con sus ojitos plenos de alegría. Debo reconocer que soy un "abuelo chocho" pero no exagero. Todos los presentes, sin ánimos de complacerme, quedaron convencidos de esta experiencia y, a tres horas que dejaron mi hogar, estos niños han inundado mi ser..

Abuela cantante lírica, tía que cantó desde los 3 años, abuelo acordeonista y tecladista y padres musicales al ciento por ciento, no pueden haber hecho mejor trabajo al regalarnos dos nietos de congénita vena artística. He vuelto a sentir el amor, aquel puro sentimiento del alma y que nos embarga totalmente. No pinto genios y no pretendo extravagancias. Acepten mi cariño y tómenlo con la comprensión debida. Porque "mis nietos y la Música" son un milagro de Dios que revitaliza mi existencia. Muchas gracias.

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