La Virgen de Fátima |
Son constantes las veces que tenemos que cambiar de vehículo cuando viajamos en la conocida línea "13" o 03 como es su verdadero signo numérico. Principal causa, las llantas. En varias ocasiones hemos tenido que, muy a nuestro pesar, soportar el olor a llanta quemada y lo peligroso que puede resultar cuando, debido a la fricción, estas se incendian. Carros vetustos e incómodos y choferes que en nada obedecen las reglas de tránsito, se pasan las señales en rojo y continúan haciendo sus peligrosas competencias de carreras.
Un recorrido extenso y gran pérdida de tiempo para los viajeros. Desgaste de piezas y poco inteligente plan de ruta. En síntesis, muchas vueltas. Motores sin silenciador que ocasionan un ruido tremendo y molesto, más el alto volumen que dan a sus parlantes sin ningún respeto hacia el publico viajero. No es exclusividad de esta línea. Todos los vehículos de transporte humano en el Perú, adolecen del mismo mal. Además, pasadas las 8 de la noche, no llevan público a Lima. ¿Y las autoridades? Bien, gracias.
Bueno, este es un mal que no tiene remedio pero esta mañana del 13 de Mayo, Día de la Virgen de Fátima, cuando nos dirigíamos a Lima, se bajaron las llantas otra vez. En ese cambio de vehículo y aceptando la gentileza de una damita que nos cedía el asiento, hubo otra dama que lo exigió para ella. Muy protestona y con razón. Felizmente alguien del mismo asiento se paró para bajar y así, ocupamos el mismo lugar. Una pequeña discusión con tono de broma, nos hizo viajar en amena conversación con la señora Villma Cartulín, una dama preciosa.
Divino Jesús. |
Se dirigía al "Johrei Center", un centro mesiánico que queda en la cuadra 6 de República de Chile y en el que participa como ferviente socia activa. Aquí sucede aquello de la imposición de mano y doña Villma nos invitó a participar en sus sesiones. Cuando se enteró que vivíamos en Santa Isabel, nos manifestó que un hermano suyo llamado Héctor Cartulín, residía en San Pedro de Carabayllo. O sea, nuestro vecino. Fue una charla muy agradable y esta dama Villma, mucho más aún. Iremos a visitarla.
Nos habló que tiene problemas en la visión y confía plenamente en la bondad de Jesús para su curación. Le manifestamos que hace tres años tuvimos una experiencia similar en el hospital Sabogal del Callao. Una dama se nos acercó en el lugar de citas de los enfermos de cáncer y nos preguntó si creíamos en Jesús. Le dijimos que sí y nos sometió a su imposición de mano. Cumplí tratándose del hijo de Dios y me afirmó que estaba curado. Esto lo manifesté a mi oncóloga que adujo, sin cuestionamiento, no hay razón para no creer.
Doña Villma Cartulín, se entusiasmó mucho más en su singular manera de conversar y me anotó la dirección y todo lo que me pueda interesar de su centro mesiánico. Siempre agradeceré a Dios estar sobreviviendo tres años porque, entre estos pasatiempos tan entretenidos de escribir y mis nietos, estoy logrando superar el mal que me aqueja. Le agradezco a Villma, tanta gentileza. Un ingrato desperfecto mecánico, me hizo conocer a una dama gentil y carismática. Ahora, esperaremos la ocasión para un reencuentro de amistad. Gracias.
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