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Coronel Santillán |
Aquí en estas páginas dedicadas a comentar nuestras vivencias en la Urbanización Santa Isabel del querido distrito de Carabayllo, nos vamos acercando a los 40 años de vivencias y hoy llega a mi memoria el recuerdo de un gran amigo que fue. Me remontaré a 1973 y les diré que, desde ese año, Don Julio Santillán Acho, se convirtió en asiduo concurrente a nuestro hogar y viceversa. Conformaba una familia feliz con una dama de la ciudad de Pisco, Doña Olivia Díaz. Ambos nos llevaban buenos años de diferencia, pero esto no fue impedimento para que naciera entre nosotros una verdadera amistad. Dos jóvenes, Julio y Germán, sus hijos, son herederos de aquel recuerdo. Ocupan actualmente esa casita tan acogedora en la que compartimos tantas reuniones con esta pareja de amigos. Allí lo tienen. Luciendo el uniforme de la Guardia Civil del Perú.
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Sra. Olivia Díaz |
Un 29 de Julio de 1974, fecha de su cumpleaños, nos trasladamos al entonces famoso restaurante rimense el "Rosita Ríos". De moda por ese entonces los famosos "piqueos criollos". Don Julio, siempre de buen humor y de gran apetito, había elegido de plato de fondo un "Arroz con pato" y para luego, todos nuestros antojos que compartimos con mucha alegría. Un vino de casa y a escuchar a los diversos conjuntos criollos que amenizaban el almuerzo. Ese día pude oír a un excelente cantor criollo, "Pancho Vargas", que complació a Don Julio en todos sus pedidos.
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"Don Ju", gran amigo. |
Recuerdo que el dedicaba una canción de Agustín Lara, "María Bonita", a Doña Olivia. "Pancho Vargas" cantó el tema y se ganó un buen "propinón". Era frecuente verlo en nuestras reuniones, con unos aperitivos adelantados, ponerse de rodillas ante su inspiradora dama y dedicarle esta canción. Sólo empezaba a cantar y Doña Olivia, muy coquetona y fina, reía de sus ocurrencias. El ex policía, siempre orgulloso de haberlo sido, vivía la vida en lo que denominaba "la liberación de los sentimientos". También evoco en esta reseña a Don Aurelio Hernández y Doña Tuni, otra pareja vecina que jamás faltaban a los cumpleaños.
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En pleno paseo |
Sus historias de policía eran un deleite. Decía lo llamaban "El Kaiser" y era muy cumplidor del deber. Aquel tiempo en el "Trapecio Amazónico" y prestando servicios inolvidables, daba motivo a a una serie de anécdotas que sabía contar con mucho deleite. Quien lo escuchara, jamás imaginaría que estuvo en las fronteras del Perú y cuidando la tranquilidad de sus poblaciones. Hubo muchos amaneceres evocando viejos temas que le traían recuerdos de su Iquitos querido. Llevaba la vida en broma y con justa razón. Siempre lo seguiremos añorando por ese su especial carácter.
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Doña Olivia, Mónica, Cecilia y Oscar Peréa. |
Otro hecho que evoco es el siempre decir de Doña Olivia, cuando se refería a su padre. Con su voz muy fina y delicada, entonaba su relato diciendo: "Cuando papá estaba en la Clínica Americana...", y continuaba con diversas historias que festejábamos felices. Esta pareja celebraba cada año sus onomásticos y casi siempre nos sorprendían los amaneceres. Don Julio no tenía hígado. Jamás lo vimos refunfuñar ni perder la serenidad. Siempre contaba con la visita de su hermana Cecilia y Don Oscar Perea, su esposo, también oriundos de aquel Iquitos selvático del Dpto. de Loreto y la pequeña Mónica. Saludos para ellos.
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Grandes amigos en Santa Isabel |
No conocieron el nuevo siglo. Partieron al más allá y nos dejaron con un vacío tremendo. Él, primero, a consecuencia de una diabetes a la que no le daba importancia. Estuvimos a su lado en momentos tan difíciles y acompañamos sus restos al Campo Santo. Doña Olivia transcurrió su viudez por pocos años más. Ya nada era igual. Sin duda alguna, extrañaba aquel carácter risueño de Don Julio Santillán Acho, que le hizo valorar la vida. Estuvimos acompañándola algún tiempo después, hasta que partió en busca de su amado. Están en nuestros recuerdos y de seguro harán un sitio en donde estén para darnos la bienvenida en el momento que Dios lo decida. Gracias.